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Zarco y Dovi en Le Mans

Bravo por Johann Zarco, ahora más que nunca

Este domingo, en el GP de Francia, el piloto “de casa” Johann Zarco cometió un error y se cayó. En Le Mans, nada menos. Y yo le sigo aplaudiendo como hice el sábado, con su pole.

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Redaccion Moto1pro
Diego Lacave
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Equipos
Fecha20/05/2018

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fecha20/05/2018


El Gran Premio de Francia de 2018 pasará a la historia del motociclismo como el día en el que todos los pilotos candidatos al triunfo en MotoGP, desde los que se subieron al podio como los que rodaron por los suelos, se comportaron como los auténticos campeones que son. Un currante corrió como un “top rider” y quedó segundo. Dos “pata negra” fallaron como si fueran novatos y rodaron por los suelos. Y una rutilante estrella volvió a brillar; y ganó, mucho más que una carrera.

Pero hay mucha gente que señala a un solo perdedor: Johann Zarco. Y en una de las múltiples conversaciones de Twitter, me encuentro con críticas al francés que me recuerdan una sentencia brillante: “hoy su ambición ha superado a su talento”. Y, como yo tengo una razón, y mil motivos, para aplaudir con todas mis fuerzas a un piloto que tiene derecho a tener ambición en el motociclismo, arrimo el ascua a mi sardina y me arranco con mi copla. Como  cantaba Kiko Veneno: "es un momento, no duele ná".

Los dos párrafos precedentes los escribí hace un año para defender a otro piloto que pudo asegurar, entonces llegando a Le Mans líder, un podio (como sí hizo este domingo) y sin embargo, lo dio todo para ganar. Y falló. Exacto, estoy hablando de Valentino Rossi. Clica aquí y mira lo bien que me copio a mí mismo. Lo hago por dos razones: porque para eso son mis artículos y sobre todo porque si lo hice en 2017 con uno al que llevo años defendiendo, debo hacerlo en 2018 con otro al que llevo un tiempo ya, ensalzando. Y unas líneas también para Andrea Dovizioso al que he querido añadir en la foto: sus declaraciones después de la carrera son de sacarse el sombrero; apuntando que su error es inaceptable y que no hay excusa posible ante su segundo cero de la temporada.

Como con Dovi parece que existe una simpatía unánime, vuelvo con Zarco, que es la nueva “bestia negra” (y no sólo por el color de su moto) de algunos aficionados de MotoGP. Una cosa puedo decir, puesto que ya he hablado con él en persona más de un par de veces: es raro, el francés. Simpático a su manera y muy educado, hasta que tiene que dar un puñetazo en la mesa y mandar callar a un periodista italiano que quería hurgar en la opinión de los pilotos horas después de la muerte de Luis Salom en Montmeló.

Pero yo siempre he defendido que la personalidad de cada piloto (como su familia) son un tema sagrado que no hay que tratar con frivolidad; y que solamente el rendimiento del piloto como piloto, y no tanto su manera de ser como persona, es lo que realmente importa. Con Johann Zarco hago lo mismo y me sobran razones y motivos; porque desde su bicampeonato de Moto2 (y antes) a esta parte, se ha consagrado en la élite del motociclismo. Y porque es un gran campeón, y no otra cosa, ha corrido como lo ha hecho hoy, contra un tal Marc Márquez, y ha errado cuando estaba luchando (y superándole) de poder a poder, contra él.

En todos los deportes de élite, como en la vida, hasta en la historia de la especie humana sobre la faz de la tierra, la clave del éxito reside en que la ambición siempre sea superior al talento. Y al honor, la verdad, la justicia, la salud o la familia: la ambición es la (triste o grandiosa: elige) verdad que está detrás de cualquier triunfo. El “hambre” es la clave del deporte de competición. Y esto sirve tanto para Marc Márquez como para Johann Zarco, pongo por caso. Sin ambición, el palmarés de Zarco no sería el que es; ni Marc hubiera ganado sus títulos de MotoGP en los años en los que Honda, no tenía en pista, la mejor moto de la parrilla. Yo vengo a aplaudir al francés que este domingo quiso ganar en Francia y que a partir del año que viene querrá triunfar con KTM. Como sigo aplaudiendo a Lorenzo por su reto ducatista. Como aplaudí a Rossi volviendo a Yamaha. Y como aplaudiré a Joan Mir cuando salte, tal vez sin red, a MotoGP.