Moto1pro
Viaje por Mongolia en una Honda CBF 125

Honda CBF 125: Nuestro pequeño caballo de la Estepa

Después de tantos meses sobre nuestra moto 125 debemos confesar que le hemos cogido mucho cariño a la pequeña Honda CBF. Sobre todo porque está resistiendo lo inimaginable. Y aunque la compramos exclusivamente para este viaje, nos va a resultar difícil deshacernos de ella.

Facebook
Twitter
Whatsapp
Redaccion Moto1pro
Julia del Olmo
Autor Foto
Julia del Olmo
Fecha24/09/2018
Viaje por Mongolia en una Honda CBF 125
Facebook
Twitter
Whatsapp
Redaccion Moto1pro
Julia del Olmo
Autor foto
Julia del Olmo

Fecha24/09/2018


Al principio dudábamos entre una Yamaha YBR 125 o la Honda CBF 125 y aunque seguro que la Yamaha es también estupenda, ahora sabemos que hicimos la elección correcta con la Honda. Es obvio que cuando la diseñaron estaban pensando en una moto de bajo mantenimiento, de bajo consumo, con un gran depósito y que responde en todo momento con fiabilidad. Una moto de esas que logra que no tengas que preocuparte de ella... y eso para nosotros han sido todo ventajas.

Ademas la Honda CBF 125 tiene ruedas mas anchas que la Yamaha y eso nos daba más seguridad al siempre estar tan cargados. Claro que, obviamente, todo esto lo supimos después ya que -en su momento- nuestra elección se baso única y exclusivamente en que estaba disponible antes que la YBR. En cualquier caso -fuera una u otra- buscábamos una moto de 125 cc pues no tenemos carnet de moto grande... y a estas alturas puedo decir que el hecho de viajar con una moto tan pequeña ha tenido algunas ventajas y algunos inconvenientes.

Pros y Contras de viajar en una moto de 125 cc

Entre los problemas, el primero fue que -lógicamente- no es una moto pensada para hacer grandes viajes como el nuestro y eso hacía que no encontrásemos alforjas adecuadas. Solucionamos el problema diseñando nosotros mismos un soporte para colocar una mochila a cada lado.¡Soldando unos hierros y unas parrillas de barbacoa improvisamos unas estupendas alforjas por 30€!

De todos modos, yo veo más cosas positivas que negativas. Al viajar con una moto pequeña no alcanzamos grandes velocidades y por lo tanto no cubrimos grandes distancias, lo que nos ha hecho tener que acampar en lugares en medio del camino y en pueblos en los que no para nadie. En muchos de estos lugares los lugareños, al vernos ahí, nos han invitado a tomar un té y luego -casi inevitablemente- nos han invitado a dormir en su casa.¡Hemos conocimos tanta gente y hemos parado en tantos pueblos aislados gracias a eso! No creo que hubiera sido lo mismo si hubiésemos hecho el viaje con una moto de gran cilindrada, nos ha dado tantas historias…

A veces nos ha tocado bajarnos de nuestra 125 por falta de potencia

Lo que sí hay que admitir es que un motor de 125 cc, a bajas vueltas, no entrega mucha potencia y hubo más de una situación en la que tuvimos que arrancar en alguna pendiente demasiado empinada y nuestro motor -ni por muy despacio que soltáramos el embrague- llegaba a levantar vueltas para arrancar con los dos y toda la carga cuesta arriba. ¡Tocaba bajarse de la moto para que pudiese subir! Pero eran situaciones que ya nos esperábamos desde el principio y que forman parte de la aventura de viajar con este tipo de moto. Aunque en defensa de nuestra montura hay que decir que ninguna esas pendientes eran parte de alguna calle y eran todas evitables... por esa manía nuestra de meternos por todos lados.

Viaje en moto por Mongolia en una Honda CBF 125

Otra gran ventaja de viajar con una moto pequeña está en el hecho de que todo sale más económico. No sólo el precio de la moto en si; también las piezas de recambio son más baratas que para una moto de mayor cilindrada y peso. La duración de algunas partes es mayor porque un motor de 11 CV no desgasta lo mismo que un motor de 60 CV. Tanto es así que, por ejemplo, la corona de nuestra moto ya tenia cierto desgaste por el uso cuando empezamos la ruta en Madrid y 16.000km más tarde esa corona sigue siendo la misma... y seguramente vaya a llegar a Mongolia.

Lo mismo ocurre con con el neumático delantero que, salvo incidente de última hora, hará el viaje entero de Madrid a Mongolia. No ha sido igual con el trasero, que tuvimos que cambiar por uno de tacos cuando llegamos a Tayikistán, pues teníamos claro que -a partir de ese momento- nos íbamos a meter por muchos caminos y pistas sin asfaltar.

Viaje por Mongolia en una Honda CBF 125

La necesaria gasolina: Nuestra Honda CBF 125 tiene una gran autonomía

Personalmente algo que me encanta de la moto es lo mucho que atrae la atención de la gente, lo cual nos ha dado la oportunidad de entablar muchas conversaciones. Inevitablemente los lugareños se preguntan de donde venimos con una moto tan pequeña y cuando les contamos la historia no pueden evitar sorprenderse, querer saber más y acabar haciéndose fotos al lado de la Honda...

También ayuda mucho la gran autonomía de nuestra moto. Sus 13 litros y el bajo consumo que tiene nos permiten hacer una gran cantidad de kilómetros a pesar de la carga, dándonos una autonomía incluso de más de 400 kilómetros. Esto nos ha permitido despreocuparnos cuando hemos tenido que atravesar grandes distancias en lugares apartados o inhóspitos como los desiertos de Irán o Turkmenistán.

Hasta la fecha nunca hemos necesitado llevar combustible extra... aunque ahora, en Mongolia, la cuestión es distinta ya que no sólo las gasolinera están más separadas sino que hay rumores -que ya veremos si se confirman- de que, en ocasiones, se quedan sin carburante y hay que esperar varios días hasta que vuelve el suministro. Ante la duda, en este caso, hemos logrado adaptar en el espacio libre que queda entre la rueda y y el lado interior de la alforja -donde no va el escape- un bidón de 3 litros para poder llevar así un total de 16 litros de combustible.

En relación a la gasolina, el mayor problema que hemos encontrado ha sido la baja calidad de ésta en algunos países como Uzbekistán, donde era casi imposible conseguir combustible con un octanaje mayor a 80 octanos. Esto provocó que la moto no funcionara al 100 por cien, produciendo unos ruidos metálicos en el motor que daban miedo cada vez que la arrancábamos. Además era evidente que a la pobre le faltaba la fuerza acostumbrada. En algunos lugares, además, las gasolineras han sido improvisadas casetas en el camino donde la gasolina se guarda en botellas reutilizadas de aceite de girasol … y era eso o quedarse sin combustible. La cuestión es que la moto no cuenta con filtro de gasolina y aunque eso, por ahora, no ha dado complicaciones y no parece que los vaya a haber … si hiciera este viaje de nuevo admito que se lo agregaría.

También nos preocupó en su momento -tal como comentamos- que la moto fuese de inyección y no de carburación pues suponíamos que un fallo en los inyectores en algún rincón remoto podía dejarnos tirados ya que una reparación de la inyección no es algo que se pueda hacer en cualquier lugar. Pero lo cierto es que el tiempo ha demostrado que la inyección ha sido todo un acierto; no hace falta limpiar el carburador, no hay que andar tirando de cebador por la mañana y tampoco hay que ajustar el carburador para la altura. El mejor ejemplo lo tuvimos atravesando la carretera del Pamir; gracias a la inyección pudimos atravesar sin problemas todos los pasos de montaña de la que es la segunda carretera más alta del mundo con sus 4655 metros sobre nivel del mar. Además, entre todos los moteros que conocimos, de ninguno escuchamos de un fallo en la inyección electrónica, fuera de la bomba de combustible, que no suele ser difícil de reemplazar. Por lo visto, a pesar de su complejidad suelen ser muy fiables.

En Irán falló la bomba del combustible

El problema mecánico más serio con el que nos encontramos ocurrió estando en Irán y fue precisamente con la bomba de combustible. Debido a las altas temperaturas del verano en este país se calentó tanto que empezó a fallar y provocó que la moto fuese a trompicones. Había que parar un rato, esperar a que se enfríase antes de poder seguir por un par de minutos y volver a tener el mismo problema. Buscando en internet vimos que se trata de un problema genérico de este modelo. En Honda pusieron la bomba tan cerca del motor que, en altas temperaturas en las ciudades, ésta se recalienta y falla. Por suerte dimos con un buen mecánico, que recorrió todo Teherán en busca de un recambio y logro adaptarle uno de un coche Volkswagen. Envolvió la bomba con aislante del lado del motor, evitando que el fallo vuelva a ocurrir y hemos conducido con 50 grados sin volver a tener ningún problema.

Viaje a Mongolia en una Honda CBF 125

En cuanto a la suspensión, la Honda cuenta con una convencional de doble brazo que, sin ser la más confortable, para nosotros resultó ser justo lo que necesitábamos pues es sumamente robusta. Tanto es así que según el manual, la carga máxima útil de la moto es de 180 kg y eso es prácticamente lo que llevamos... incluso puede que algunos kilos más. Es decir, 16.000 km -incluyendo la ruta del Pamir- cientos de kilómetros por pistas, todo a carga máxima y ningún problema ni siquiera en los rodamientos de las ruedas.

En resumen: Una moto de 125 es una buena elección

Obviamente ya sabemos que al ser un motor tan pequeño va más exigido, así que como esta moto no cuenta con filtro de aceite, le estamos realizando los cambios de aceite aproximadamente cada 2.000 km. Quizás es un poco excesivo pero el aceite en estos países es muy barato, la moto lleva solamente 1 litro y nos gusta malcriar a nuestra motito... ¡además de asegurarnos que va a llegar a Mongolia sin problemas!

En definitiva; sin ser una moto pensada para hacer viajes de muchos kilómetros, su calidad y fiabilidad han hecho que nosotros estemos muy contentos con el rendimiento que nos ha dado la Hondita. Ya casi en Mongolia  y tras más de 16.000 kilómetros, podemos asegurar que es posible plantearse cualquier desafío con una 125.

En este reportaje Julia del Olmo nos cuenta cómo llegó a Asia en la Honda CBF 125.