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Moto1pro: nuestras primeras motos

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Una Montesa Cota 80, una Derbi 2002 6V o una Yamaha SRX 600 (entre otras). Os contamos cuáles fueron nuestras primeras motos y nuestra historia con ellas.

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Redaccion Moto1pro
Redacción
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Archivo
Fecha29/05/2022

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Muy pocos podrán decir que siguen yendo a lomos de la primera moto que se compraron. Quizás algunos la sigan teniendo en el garaje como pieza de colección y la saquen de vez en cuando para que no se “oxide”, pero por razones obvias (desgaste, avances tecnológicos, normativas de contaminación, etc.) lo lógico es que pasado un tiempo cambiemos de modelo.

Es más, de hecho seguramente la mayoría cambie de “juguete” en más de una ocasión. Con cada una de ellas viviremos cientos de aventuras que quedarán para el recuerdo, pero esa emoción que sentimos el día que (¡por fin!) nos hicimos con nuestra primera moto es algo que solo se vive una vez, y por eso siempre le tendremos un cariño especial. Hoy os contamos la historia de las primeras motos del equipo de Moto1Pro.

Máximo Sant - Derbi 2002 6V.

Moto1pro: nuestras primeras motos

Mi primer vehículo con dos ruedas y motor fue una Vespa 150… pero no era una moto. En mi garaje, en la plaza contigua a la mía,  descansaba una Derbi 2002 con una gruesa capa de polvo, localicé al dueño y por una cantidad de dinero más que razonable, esa preciosa Derbi 2002 cambió de manos.



Era la segunda versión, la 6V en referencia a sus 6 velocidades e incluía mejoras como el arranque eléctrico y tres frenos de disco Brembo de 220 mm. Su motor de 2 tiempos, derivado del que Derbi usaba en competición, contaba con 199 cm3 y ofrecía 27 CV a 8.600 rpm. Era una moto muy deportiva, ahora tengo una como clásica… la miro y me hace cierta gracia: Antes la veía como un “aparato” y ahora me parece casi un ciclomotor…

Alfredo Partida: Honda CR 125

Mi primera moto como tal fue una Puch TZX de 50 cc con 14 años, pero mi primera moto “de verdad” fue una Honda CR 125 cc comprada de segunda mano un par de años después. Mi padre siempre pensó que foguearse en campo era la mejor escuela así que mi aprendizaje “motero” tuvo como protagonista esta potente 2 tiempos. 

Era una moto muy agresiva de comportamiento, con un motor muy puntiagudo pero con una parte ciclo de primera, así que la “endurizamos” con un escape para ganar más bajos, cambiamos el desarrollo y elementos para realizar Enduro. Además, tenía la suerte de tener un circuito de Motocross relativamente cerca, por lo que pude combinar ambas disciplinas. Para mí la Honda CR de 1992 sigue siendo uno de los modelos Off-Road más bonitos de la historia y fue una gran moto para coger soltura y “maneras”, ya que mis siguientes motos ya fueron de carretera.

Josep Armengol: Yamaha SRX 600

Mi primera moto, la primera “mía” (y en este caso bastante grande) fue un modelo bastante poco conocido en su día y que lo es más ahora que están de moda las motos retro o café racer: la Yamaha SRX 600, se la compré seminueva a un vecino y montaba el motor de las trail XT 600 en una moto de carretera, sin carenado y sin motor de arranque. Eso no ayudó a hacerla popular, pero una vez cogido el truco recuerdo arrancarla sin problema (¡qué remedio!).

Una moto así, de potencia razonable, buena parte ciclo y ágil era perfecta para aprender. Daba unos 40 CV y alcanzaba, tumbándose bien y con los astros alineados, las famosas 100 millas por hora. Aprendí con ella a no acercarme en curvas a arcenes llenos de hojas secas y a tener cuidado con los coches que desaparcan sin mirar (los dos únicos sustos con arañazos). La usé mucho, viajé bastante lejos con ella y... la añoro: aún sería admirada hoy día, seguro.

Juan Muñoz: Montesa Cota 80

Tras haber disfrutado algunos años de la Puch Minicross de mi hermano Pepe, por fin pude tener una moto propia, una Montesa Cota 80. Lo mío era la montaña, los caminos complicados de la Sierra de Madrid y con la Minicross iba un poco justo. La Cota 80 vino a sustituir a la moto que me hacía soñar: la Cota 74 roja. Montesa iniciaba una nueva singladura con motos blancas y una gama que iba desde la 349 a la 200, 123, 80 y 49.



El chasis y suspensiones de la 200 y el de la 123 y 80 era el mismo, solo cambiaba el cilindro, pistón, culata, carburador y el volante de inercia. Mi amigo Adolfo de Motos Alfa, puso remedio a la falta de potencia de la pequeña 80, y pronto se le colocó el motor de una 200 con lo que tuve un pepino que me duró años y con el que pude hacer mis “pinitos” en alguna carrera. ¡Cuánto disfruté de esta Montesa Cota! Todavía me acuerdo de su número de serie: 32M00008.

Marisa Nocea: Yamaha MT 07

Después de muchos años como usuaria de scooter, en cuanto tuve el A2 fui directa a por mi primera moto: la popular Yamaha MT 07. Aunque tenía varios modelos en mente, la MT 07 me pareció la mejor opción y creo que fue un acierto, ya que es una moto bastante manejable e ideal para los usuarios principiantes.

Gracias a su buen precio pude adquirirla nueva en el concesionario. Estuve muy contenta con ella, tanto por prestaciones como por consumo, pero poco a poco fui aficionándome más a hacer escapadas largas y su falta de carenado no ayudaba a que fuera cómoda, especialmente en los tramos de autovía. Aún así, fueron varios los viajes que hice con ella sin mayor problema.

Ildefonso García: Derbi 49 cc

Mi primera moto fue una Derbi Antorcha Tricampeona que en 1975, de segunda mano, me costó 5.500 pesetas. En mi familia las motos estaban PROHIBIDAS (con mayúscula), así que la compré a escondidas. Décadas después, atando cabos, llegué a pensar que a lo mejor era robada… pero nunca lo supe. Mi sueño era rectificarla a 74 cc, algo que no conseguí.

Con ella aprendí que no era bueno para el motor el utilizar en la mezcla el aceite que en casa empleaban para cocinar. La Derbi perlaba la bujía con frecuencia y siempre había que llevar en el ciclomotor una llave de bujías para sacarla y limpiarla. A menudo iba a ver el escaparate de una tienda en la que vendían para mi querida Paleta asientos monoplaza, tubarros, kits de 74 cc... Al año, tras superar la crisis familiar que se produjo cuando mi padre se enteró de que tenía moto, me compré una Bultaco Lobito 74 y la Derbi desapareció de mi vida.

Mariano Urdín: Derbi Antorcha Super Campeona

Mi primera moto la tengo grabada a fuego en mi memoria, fue la gran ilusión de mi adolescencia. Antes de continuar, te diré que durante más de 10 años fui propietario de un concesionario de motos en el que vendíamos muchas motos usadas, así que por trabajo he tenido varias decenas de motos que he utilizado y podido considerar mías. Pero la primera la llevo en el corazón.

Cuando tenía 9 años, en la comunión de una amiguita, hija de unos amigos de mis padres, tuve ocasión de probar un Vespino que tenía su hermana mayor y me quedé prendado (me refiero al Vespino). Yo de pequeño iba a ver carreras de motos con mi padre que era un buen aficionado y había tenido varias motos, entre ellas una Montesa Brio 91. Pero desde el momento que probé el dichoso Vespino nació en mí un sentimiento especial y todos mis pensamientos ya estaban focalizados a tener una moto.

En casa mi madre ni quería hablar del asunto, pero ante la promesa de sacar al menos un notable de media en el curso de 4º y reválida de bachiller, mi padre me prometió el “dichoso Vespino”. Lo conseguí, pero ya el Vespino se me quedaba pequeño: quería una Derbi, como la de Ángel Nieto. El Vespino costaba 9.800 pesetas y la Derbi 13.900, pero yo había ahorrado en esos 4 años entre mis abuelos, mi madrina, cumpleaños y Reyes... tenía 4.000 pesetas ahorradas. Y, así, tuve mi querida Derbi Antorcha Super Campeona a los 15 años. No me lo creía el día que la estrené: ¡era el tío más feliz del Mundo!

Chema Calleja: Kawasaki KX 80

Tras años “dando la plasta”, por fin llegó el día, el 30 de Junio de 1993 después de recibir las notas del colegio, mi padre me compró mi primera moto que tantos años llevaba pidiendo. Concretamente desde 1987, que fue el día que él mismo me llevó a ver el Mundial de Motocross en Yunquera de Henares, porque se había suspendido la cacería a la que íbamos, y me entró el veneno en las venas.



No me podía creer que hubiese “engañado” a mi padre, eso sí, compinchado con su amigo Pepe de Motos Exup, para que me comprase una Kawasaki KX 80. Le dije que era un nombre comercial pero que la moto era igual que una 50. Obviamente no lo era, su amigo lo sabía y me puso un macarrón como tope dentro del carburador para que la moto no corriese… pero en dos semanas lo aplasté a base de dar gas.

Con ella pasé uno de los mejores veranos de mi vida, usándola a diario por el pueblo donde ahora vivo. Me ponía el equipo por la mañana y comía con él puesto en pleno Julio para ir a montar de nuevo por las tardes. Con ella tuve mis primeras caídas, aprendí a saltar y me enamoré del motocross, pero pegué el estirón y en seguida se me quedó pequeña. Tanto la añoraba que hace un par de años encontré una del mismo año pero de 100cc, un unicornio, y no pude evitar comprarla.